miércoles, 1 de octubre de 2008

Intento sobre la soledad

Uno sabe que hace frío porque tirita. El cuerpo le pide que se cubra y la persona no tiene más remedio que buscar un remedio contra el frío. Y para eso está la ropa.
Uno sabe que está solo porque está con otra gente. O porque se da cuenta de que habla solo. O porque está con otra gente pero se da cuenta de que habla solo. Aquí el cuerpo no pide nada y la persona no puede más que seguir como hasta entonces. Sólo se trata de una herida más en lo interno, dentro de nosotros, dentro del alma que tirita. Y no hay ropa que cubra de este frío.
La soledad convierte la caricia en mito y el saludo en amistad. Y el día empieza con un buenos días que rebota en el espejo y acaba con el olvido nocturno. Entonces la luz de la luna sustituye a la oscuridad de las sombras creadas por el sol y las farolas despiertan a la noche, que amanece estrellada de legañas.
La noche es para la soledad. Quizás por eso salimos a buscar compañía, para escondernos de ella entre luces y risas. Quizás por eso somos tantos los insomnes que vivimos de noche. Y cansados pero sin sueño, desvelados en nuestros ensueños, suspiramos en silencio que estamos solos. Y los sonidos de estos suspiros son llevados por un sordo viento somnoliento que sosiega nuestros sentidos y los hace desvanecer.

1 comentario:

Miss O. dijo...

[...nunca estamos tan solos como creemos...aunque realmente lo parezca...=)...]

...la caricia en mito y el saludo en amistad...jej...