martes, 31 de marzo de 2009

Te escribí mi opinión en un charco de agua
con trazos de tiza que no podías ver.
Enjaulé el sentimiento durante todo el día
pero no pude evitar que de noche aullara a la luna.
Preguntas y dudas temblaron sobre la tela sin araña
que tiritaba al frío viento del atardecer.
Y al final escapé aterrado de tus brazos y me sumergí
en el agua fría de la noche nublada.
Dejando un rastro de burbujas que te parecieron estrellas en el cielo.
Todo lo que quiero ser es un rincón en el que escondas tu cabeza al dormir
un hombro adormecido por el peso de tu cuerpo
un dedo que flota delicado sobre tu tersa piel.
El sol y la luna parecían ahogados en un estanque de peces muertos.
Dejé caer la flor de tus deseos y flotó en la superficie aceitosa.
Antes de hundirse en el fango del cielo infectado de estrellas.
me gustaría ser el asesino de tu amor hacia mí
para matarlo antes de que me apuntes con él
para evitar que se clave en mis costillas y recorra mi piel.
para no tener que volver a buscar al asesino del dolor de perder tu amor
Es difícil comprender la soledad que acompaña al individuo en su viaje. Anclado en paisajes y tierras que no le pertenecen, llora por dentro el calor perdido en lágrimas invisibles que se evaporan con la luz del nuevo día. La presión de los propios pensamientos, que hinchan el cerebro como si pretendiesen hacer saltar los ojos de sus cuencas, se une a la angustia que atenaza el corazón, formando un brebaje amargo que, sin embargo, nunca sacia. Y como un dolor que recorre la piel inspeccionando nuestro cuerpo, sentimos la distancia interminable entre nuestra felicidad y nuestra tristeza, que parece tan, tan cercana.
Cuando llueve me siento mal porque el agua que hay en mí llora en su cárcel de carne. Mi interior se agita burbujeante al contacto con la lluvia y siento la tristeza del fluido preso en mí: siento su anhelo por huir.
Por eso cuando llueve me encierro en casa y no quiero salir. Corro las cortinas como un telón que esconde el cielo y espero en silencio a que acabe el aguacero.
Entonces una ducha caliente apacigua mi agua y un té tibio sirve de mensajero.
Para decirle a mi agua que aguarde y aguante.
Triste mundo mojado,
lleno de corazones apagados
y ojos vidriosos,
te iluminas un instante
al descubrir la belleza
y te apagas de nuevo
arrastrado por los grises raíles
de acero.

viernes, 20 de marzo de 2009

Intenté agarrar una nube y me caí desde la cornisa.
Con la mala suerte que tuve y nunca perdí la sonrisa....

jueves, 19 de marzo de 2009

Hay un fuego leve y dorado en su piel de lagarto que enciende los sentidos bajo mis verdosas escamas. Su cuerpo diseñado para golpear el mío choca hecho hierro contra mi carne, como intentando amoldarla para forjarse un hombre a su medida. Y yo, pura contradicción, me siento de nuevo como un simple ensamblaje de cartílagos y huesos.
El sol amanece, un bostezo en el cielo azul incomprensible, y brilla vivaz en sus pupilas de plástico como en los ojos de una muñeca. Sólo el reflejo de mis ojos en los suyos la devuelve a la vida como si yo fuera el oxígeno que le falta. Y nada queda por hacer salvo apretarme a su piel ardiente y derretirme. Y esperar hasta que acabe el día y despierte la placentera noche de besos y abrazos.

Nada que hacer salvo vivir.