domingo, 16 de marzo de 2008

Ya sabes de qué va esto...

En la tele había algo de porno malo, de ese que ni siquiera te la empina, ya me entiendes. Detrás de la barra, una camarera que se veía que de joven había sido guapa, pero como ya muy castigada. No sabría decirte su edad, pero bastante vieja. Probablemente con un par de putos críos de veinte años dando el palo a los turistas que pasean por el puerto o entrando a robar en obras y talleres. La tía tenía dos tetas como mustias colgando a los lados, sabes, casi en las axilas, y llevaba los brazos un poco separados, así: a lo john wayne. Había un par de chicas más, pero ni nos hicieron caso. Con este troncho entre las piernas y ellas ahí meneando sus martinis secos. Ya te digo: menudo desperdicio.

No sabría decirte qué mirada nos echó la vieja, pero se veía que disfrutaría dando de comer a sus perros con nuestros putos cadáveres. En esas estaba, lo típico, en plan "no-pienso-decir-nada", e insistía en que el jefe no estaba. A mí eso me jodió un montón, porque llevábamos horas merodeando el puto sitio y sabíamos de qué iba todo. Y menudo puto tinglado, ya te digo. Un puto negocio millonario de venta de drogas y no sabe nada. La tía vieja.

Yo te refrescaré la memoria, preciosidad, le dije, y la empujé contra las botellas que tenía detrás. Como mover una jodida hoja de papel, sabes, la tía estaba tan chupada de meterse cocaína y probablemente jaco que no pesaba dos putos kilos. Parecía un cartón de esos que tienen una foto de una persona y son así de grandes. Bueno, algo así, no sé. El caso es que este va y se mete detrás de la barra, agarra a la tía por el pelo y la levanta, y luego la lleva así hasta la puerta del fondo, la de la cortina como de plástico. La tía parecía estar alucinando, y al muy gilipollas no se le ocurre otra cosa que plantarse delante de la puerta y gritar que salgan todos con las manos en alto.

La tía quedó como un colador: la dejaron fina. A este le dieron sólo dos, pero bien puestas: una en la sien y otra en el puto cuello. Para no contarlo, ya te digo. Ahora ya puede fardar de cicatrices ante las tías, pero a un paso estuvo de fardar de gusanos en su puta tumba... Yo estaba algo más lejos y me tiré detrás de la barra. Joder, a mis putos años y haciendo el mono porque al imbécil este le da por hacerse el héroe. Pero nada, después entraron los s.w.a.t., que tenían orden de arrasar con todo si oían un puto tiro. Y ya ves si habían oído uno o dos...

Al final se entregaron y ya está: la vieja y el chaval se fueron en camilla al hospital -no me jodas si no podrían haber tirado a la zorra esa en un contenedor de camino- y se hizo recuento de drogas, detenidos, etc. Salimos en las noticias: dijeron que habíamos arrestado a 23 traficantes, aunque como tal sólo contaba media docena, el resto eran compradores, puteros y, básicamente, guardaespaldas. Con la que se lió había que darle un poco de buena publicidad, que si no... Se nos cae el pelo.

Ah, sí, en cuanto a droga dijeron que habíamos incautado 20 kgs. de cocaína procedente de colombia o no sé qué... Aquí está el resto: 30 kgs. de mierda pura como la nieve a buen precio. Y no olvidéis que os quitamos de en medio a un montón de cabrones de la competencia, o sea que sería un detalle que nos diérais una prima y unos tiritos gratis. Ya sabes, por la sangre derramada... Mira sus putas cicatrices, tío.

Bien, pues eso es todo. Ha sido un placer, señores. Si necesitan algo más, no lo duden: llamen a la policía, jeje... Me encanta hacer ese chiste.

sábado, 15 de marzo de 2008

dedicado a j.g.ballard

Noto el cerebro consumido por las drogas y el alcohol. lanzo la botella contra la pared y me tambaleo hacia el coche. dejo caer mi peso sobre el asiento acolchado y me abrocho el cinturón. el morro del coche apunta hacia la gran avenida que hay al final de este callejón. según las reglas, bloqueo el freno para no poder utilizarlo y lo pongo en automático, desactivando las marchas. luego acelero y salgo a toda hostia del callejón, derrapando sobre unas cajas y apareciendo en la avenida como un jinete del apocalipsis. voy evitando los coches que me aparecen delante y cuando voy lo suficientemente rápido entro con un volantazo en la acera llena de peatones. siembro el caos, las personas van quedando espachurradas contra el capó. el crujir de huesos bajo las ruedas me da la risa. madres, niños y padres de familia paseando a sus mascotas desaparecen a mi paso, convirtiéndose en humus rojo. saco la poya y la froto contra el volante. una cabeza revienta contra el parabrisas haciendo una brecha en el cristal. el motor está al máximo de revoluciones y el contador marca 270 kms/h. la visión en el retrovisor de la avenida que va quedando atrás, presidida por una alfombra roja de peatones, desaparece cuando esnifo con fuerza de un bote de disolvente. pierdo el conocimiento y el coche se dirige sin control hacia la entrada de un hotel. atravieso el cristal de entrada, cinco sillones y dos sofás, además del mostrador de recepción y los cuerpos de treinta y dos personas, antes de pararme clavándome en el muro que detiene mi carrera y pulveriza mi cuerpo y mi coche. mi cráneo roto contra el volante y el cuello retorcido, las piernas en una impúdica postura y las manos incrustadas en mis antebrazos, que han sido arrancados de mis codos y clavados en el cuero del asiento, es el resultado de la colisión. varios miles de personas han televisado todo esto gracias a las cámaras situadas por todo el coche, además de la visión en primera persona gracias a la cámara implantada en mis retinas, servicio que costaba un incremento de 23 eurodólares. un presentador engominado despide la conexión hasta la semana siguiente y empieza la tanda de propaganda del Estado. es lo que tiene la televisión pública.

sábado, 8 de marzo de 2008

De trenes

El tren avanza despacio y da la sensación de que la estación retrocede. Entonces empieza el carnaval de edificios, puentes y fábricas que danzan ante mi ventana. Una casa abandonada, una excavadora, una chimenea muda; una flor entre matojos, un riachuelo y un gato furtivo; de nuevo una casa, una excavadora y una chimenea. Y otra estación------------------------------------------------------------------------------------------------Un periódico vuela por la estación despidiendo el tren como en las mejores películas. Si no se esconde entre unos matorrales acabará en la basura. Como las mejores películas-------------------------------------------------------------------------------El acero de los raíles -si es que están hechos de acero- es una verdad fría y rígida. Sin embargo al mirarlo me siento fluir y mi imaginación se desata. Veo muchas obras de arte que sólo consiguen anclar mis pies en la tierra.

martes, 4 de marzo de 2008

Vacío

Rodeado de libros, como si el saber plasmado en caracteres y acumulado en páginas me acercara al infinito o a la inmortalidad, pasé mi vejez.

Los últimos años de mi vida fluyeron como un río de pequeñas experiencias de la vida cotidiana llenas de pequeños nuevos avances en mi comprensión de la vida cotidiana.


Conservo aún recuerdos de mi acelerada juventud, que se me escapó de las manos al no conseguir enjaularla y domesticarla. Luego el tiempo enlazó mi nacimiento con mi muerte de una manera mucho menos sofisticada de lo que uno querría y se acabó.

Qué raro es estar aquí...