jueves, 23 de diciembre de 2010

El dolor de una mirada puede arrancarte la columna vertebral.
Una conversación sin sentido puede apretar el gatillo de una pistola,
anudar la soga a tu cuello...
Una mirada a través de la ventana del coche
y estaré arrastrándome por el asfalto ensangrentado.
Una figura volando por el cielo hacia el sol, para arder en soledad.
Necesito una puta vida
Un solo de trompeta me quitó la manta de encima
y uno de piano amartilló mi cama
Una voz empalagosa lamió mi pecho
La habitación se convirtió en un concierto de pelos
Amigos en un bar
una mesa, una botella vacía
frente a mí
dos amigos
junto a la mesa
más botellas a su lado
hablamos
fútbol en la tele
ni lo miro
al otro lado
en otra mesa
cuatro chicas
rostros anodinos
hablan
de vidas aburridas
oigo la conversación
"encontrar churri", dicen
una mira
mi barba
se eriza de miedo
en la tele meten goles
pero yo escondo
mis ojos
en el papel de mi botella
en el palillo de mi aceituna
y se van
hablando
mirando
de caza
respiro tranquilo
mis amigos
no han visto nada
más que goles
sobre campo verde aceituna
la vida es mejor
ignorando los márgenes
voy al baño
a mear
pienso
en arrancarme
los genitales
vuelvo
¿nos vamos?
pagamos
y la vida
nos cobra la cuenta...

domingo, 19 de diciembre de 2010

un bosque oculto
por una maraña de sonidos
lleno de fieras de aterrador rugido
y mirada encantadora
con hojas que bailan y caminan
saltando de rama en rama
rodeado de hierba verde y turquesa
miro hacia allá con ojos de niño
y disfruto cada segundo de vida
en este sueño........................................
he creado una vida de retales
y referencias
de fragmentos de texto
y perspectivas oblicuas,
contrapicados y escorzos,
llena de fotografías
que diseccionan la realidad
de secuencias de cine
y gestos repetidos sobre una pantalla
hasta la saciedad.
llena de palabras y sonidos extraños,
de ambientes imposibles...
y qué difícil se ha vuelto recordar el color
de la tela del sofá
cuando los juegos florales flotan y se mueven,
se superponen
y tratan de morderte...
Roy Orbison ya lo dijo
lo gritó
lo lloró
amparado en coros y violines
ascendiendo escalas tonales
y
de sufrimiento
representando un papel
abriendo sus sentimientos
de manera humilde
y sin vergüenza
como el canto de un pájaro
apresado
tras los invisibles barrotes
de sus sentimientos
la conversación empezó como un tiro en la cabeza,
pero de manera espontánea.
estábamos sentados en un bar y empezamos a arañar las paredes.
arrastramos nuestros ojos sobre las mesas de madera pegajosa
buscando una astilla que sirviera de bala
apuntábamos con la vista hacia el horizonte de la barra
donde nunca se ponía el sol
tras aquellas montañas de gente sonriendo.
cocodrilos subían por mis brazos
de trapo
y sentía mi cabeza crecer.
salimos a la calle: una exposición de partes de cuerpos
y sentimos de nuevo aquel frío invernal
que había dejado
como copos de nieve
cientos de desechos por toda la zona.
música y gente muerta tiempo ha
que aparece de repente de la nada.
como si siempre hubieran estado ahí
escondidos en otra longitud de onda.
ayer se hacían visibles y parecía que la realidad escapaba de nuevo por las alcantarillas.
hicimos acopio de patatas y birra
y salimos huyendo en una barca de madera
cayendo por un río de farolas acechantes
y aceras elevadas como acantilados.
sólo éramos dos personas fluyendo hacia casa
dos retales de noche
volviendo a sus camas
Un mar de silencio
inunda los espacios de mi vida
que trato de rellenar
con nubes en el cielo.
Hay cierta soledad implícita en cada adorno navideño.
Como un grito de desesperación traído por el viento.
Reflejos luminosos sobre bolas de juguete.
Colgando de hilos sobre acantilados de hojas de plástico.
Figuras aferradas a un hilo de su cabeza
vigilando la habitación con ojos de papel.
Y a veces quizás
una melodía
chillando feliz
en los silencios de vidas ajenas.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Toca anteponer la propia creación a la ajena
Uno descubre con el tiempo que la palabra libertad significa soledad.
Una vez encontré una hermosa cárcel de morenos barrotes y pelo corto.
Pelo corto y mirada larga, de ojos encendidos que atesoran el mundo.
Era una bella cárcel en la que parecía estar contenido todo lo que esperaba de mi mundo.
Nadie me obligó a entrar: yo me tiré dentro de cabeza. Me tragué la llave y me encadené en un rincón para que nadie me sacara de allí.
Pulí cada barrote con amor hasta que quedaron relucientes.
Sólo olvidé engrasar la cerradura y las bisagras. Por eso me sorprendió un día un chirrido: la puerta se abrió. Me sacaron fuera, me pusieron a la intemperie.
Y me descubrí rodeado de fría noche nebulosa. Niebla por todas partes.
Corrí en cículos buscando la entrada de nuevo, pero desde fuera no encontraba la puerta, que se había vuelto a cerrar.
Me quedé solo en mitad de la nieve que caía en mi corazón lleno de tormentas.
Blanca nieve y niebla tenue a mi alrededor.
Y la sensación de no saber a dónde ir o qué hacer...

No hay libertad más triste que la del que ama sus barrotes.

jueves, 9 de diciembre de 2010

quiero jugar en tu habitación
lanzar esos rayos de sol
arriba y abajo
adentro y afuera
repitiendo
hasta salir disparado
con tu lluvia de luz
Puta
tu cara
llena de arrugas y de gestos
Putos
tus ojos de viejo célebre
y puto el lápiz
con que he elegido
trazar tu tumba
a rayas de reo enjaulado

lunes, 15 de noviembre de 2010

hoy hay un sentimiento quemándome las entrañas
arañando de dentro hacia afuera
arrastrándose por cada milímetro de columna
vertebral
siento que me desencajo
y ahí vienen los mendigos
detrás de mí
y mordisquean mis ojos
blanquecinos
y chupetean mis huesos
y yo con ellos
Ayer perdí mi coche
en el cruce
y ahora estoy de prestado
consumiendo horas nuevas
pero me siento mal
creo que algo se quedó entre los dos autobuses
sigo allí
de alguna manera
atrapado en un paso de menos
en un atropello de menos
y encima tengo que sentirme
bien

martes, 9 de noviembre de 2010

Nada jamás ha funcionado como deseaba, pensó mi cerebro hace unas horas mientras el cielo se derrumbaba a cascotes de agua.
Un té caliente en la mano hervía dentro de mi cuerpo. Dejé la taza vacía sobre una mesa llena de cosas. Se alejó flotando a la deriva sobre un mar de papeles.
Debajo de aquella pila de ideas impresas y garabateadas, de aquella masa cerebral sobre folios deteriorados por la vejez, sentía la vibración de mi antigua Olivetti. Una máquina de escribir que parecía estar rota, pues no me hacía escribir.
Cuando el nivel del mar bajaba, a veces llegaba a teclear, pero nada más.
Nada ha brotado de mis dedos desde aquella uña torcida que corté el otro día.
En la panadería, la chica me ha devuelto el cambio mal. Pero no sé si me ha dado de más o de menos. Sus ojos son azules. Las monedas que me dió eran amarillas y rojas: céntimos apilados en la palma de una mano.
El periódico ha resultado un desastre periódico: todos los días trae malas noticias y amarga mi café hasta que ya no puedo pedir más sobrecitos de azúcar.
Pienso en aquella chica que dejé hace tiempo (abstracto) sobre un colchón caliente. Parecen haber pasado años, pero subo al ascensor y la tenue luz, eterno anochecer fluorescente, trae el momento al presente.
La puerta de casa ya no chirría. Ahora aguarda con expectación a que haga algo.
No creo que le sorprenda que me limpie los pies.
Entro en casa y dejo mis palabras fuera. Mientras me empiezo a desnudar, la puerta se va cerrando tras de mí.
Mi espalda desnuda se ve todavía por la rendija hasta que...
(paf)

jueves, 2 de septiembre de 2010

al árbol de barro
que creciste de cielo,
hecho de fuego extinto
y viento apresado,
tú das extremo a las nubes,
tus venas juntan estrellas dormidas
y abrazas la tierra crujiente
con dedos entrelazados
por los que juegan las hormigas.

lunes, 30 de agosto de 2010

lo que piensan los paseantes

tetas pájaro
culo baldosa
tetas chicle
ojos sombra
tetas nube
culo perro
cara... autobús...
cara farola
culo zapatos
tetas falda
pies nube
ojos gente
culo rojo
tetas polvo
cara... gris...

Poema de menos cinco

falta un minuto
y otro
hasta cinco
sé que llego a tiempo
por eso llego
tarde
el reloj engaña
la hora se esconde
del sol
crece mi sombra
sobre la arena
y salgo tarde
como siempre
Me he pasado todo el día sin saber que hacer, dándole vueltas a la cabeza alrededor del cuerpo. Hace un rato lancé un suspiro que trepó por la pared y me observó un buen rato desde el techo. Mis párpados no aguantaban abiertos y el sueño rebuscaba por mi columna vertebral, toqueteando con garras de hierro como quien busca un caramelo en el fondo de un bolso.
Las chanclas en el suelo miran indignadas a un par de pelusas que juegan con una uña cortada. No se trata de ser sucio, sino de que la mugre sabe ocultarse: es un virus que permanece activo. Creo que en mi lucha contra el polvo perdí la batalla hace tiempo. Paso el dedo sobre la mesa, acariciando las dunas blancas de un diminuto desierto.
Tengo una máquina de escribir. No tiene tinta ni papel: sólo escribe historias chasqueando los nudillos. El sonido es similar al de una piña en una hoguera. Los vecinos se quejan, aunque supongo que porque no entienden nada.
También he intentado leer un libro: no fui capaz de verme reflejado en sus letras. Lo dejé en la estantería, sobre una pelusa, lo que me recuerda que hoy me he masturbado más de lo habitual. Dos veces por la mañana y una más en algún momento no registrado. Una vez con blancas, otra con negras y la última con una película rara. Salía una gruesa rubia tetona. Tenía el escaso atractivo de una esquina entre dos muros, pero resultaba tan marciana que recaí.
Odio beber cocacola: esta mierda convierte mi estómago en un globo y pone mi cabeza en tensión. Cuando me rasco el pelo tañe como una cuerda de guitarra.
La dimensión prohibida sigue bajo mi silla. Tengo miedo de apartarme y que salga algún tipo de monstruo. Espero meterme algún día en ella y encontrar novia.
No tengo trabajo y parece que la vida da vueltas a mi alrededor rodeándome. Es extraño porque hace que me sienta atrapado sin tomar parte. Es como ser expulsado de un juego en el que sólo estabas de espectador.
Mi esclavo favorito ha vuelto. Me mira suspicaz desde la esquina del armario. Tendré que volver a darle un latigazo.
He quedado en el parque: voy a pisar mierdas de perro y a mirar hormigas. Puede que haya conversaciones ocasionales. Hoy no me siento conversacional.
¿aprenderé alguna vez el idioma de los átomos de aire?
Creo que me vuelvo amarillo como las páginas de un libro. Tendré que tomar más el sol.
Farenheit: toca arder.

domingo, 15 de agosto de 2010

estoy rodeado de libros que me quiero leer
algunos que querría tirar
muchos los llevo ya puestos
otros siguen esperando la vez
qué lamentable ser libro cerrado
y que nadie te pueda leer
escribiste mi vida en palabras
sueltas al azar,
te hiciste con la autoría
de mi obrar
y cobraste cara la entrada.
desde entonces soy un payaso
expuesto en una galería de circo
Me escondí de la policía:
un día entero, con su noche,
escuchando las sirenas
del mar entre tus piernas
y me dediqué a aullar a la luna
de tus ojos,
a oírte maullar
susurros
a la almohada.

sábado, 7 de agosto de 2010

el teclado del ordenador
plagado de trocitos de patata
la grasa seca de las teclas
el brazo que se pega a la mesa
mojada de cocacola seca
la luz del foco da calor
da vueltas el ventilador
la persiana bajada hasta que pase la siesta
y me llaman para comer

viernes, 6 de agosto de 2010

Tenía cara de culo y culo de pato. Con una nariz larga y retorcida como el tronco de una encina. Tenía un apodo idiota que le hacía justicia. Que era demasiado suave, en mi opinión.
Vestido con un polo descolorido y unos pantalones de imbécil, descargó toda su furia hacia mí por atacar sus creencias. Simplemente puse el dedo en la llaga. Era fácil, siendo él un amasijo de carne podrida. Hubiera tocado hueso de profundizar un poco más...
Le dije que si fuera cristiano me avergonzaría de él: de su colgante de Cristo. Tenía valor sentimental: "200 euros en oro". Puede que cuatrocientos. Sí que había entendido la doctrina: lleva oro, defiende mi imagen, pégate porque sí.
Lo ignoré, me aparté y le dejé que siguiera viviendo en su estupidez. Simplemente respeté su espacio: su zona muerta.
Me tiró un cubata de litro encima. Vacío,sólo con los hielos. Ni me manchó, sólo rebotó contra mí y cayó hacia él. Qué estupidez. Intentó forzar una pelea. Yo no me pego por mis no-creencias: es absurdo pegarse por lo que crees pero más todavía por lo que NO crees.
Volví con mis amigos. En el fondo me temblaba la voz. Tenía las piernas flojas. La amenaza volvió a entrar en mí, de manera patética y ridícula, proveniente de un engendro borracho pero con el sabor de las peleas en el colegio. De las hostias que me llevé por estar en el sitio adecuado. Del odio que apunta hacia uno como el sol a través de una lupa.
Y aparté la cabeza antes de quemarme. Para mí, podía ganar la batalla y vencer a un idiota. Pero significaba perder la guerra.
Porque ir a todas partes vigilando que no te peguen, es obviamente perder la partida.
en conciertos llenos de sudor y de gente conocida
llenos de cerveza y de gritos
empujones, abrazos, camaradas
hay valiosas lecciones de humildad
y de vida
y de todo
gente dispuesta a dejarte aprender
a ser tú mismo
y a ser lo que quieres parecer
de esta manera, escondido
en mi traje extranjero
miré la vida
que podría haber tenido
y encontré partes de mí mismo
ocultas en cuartos sin ventanas
Odio hablar de ciclos que se acaban
y de etapas que empiezan
he empezado a ver
que todo es fluido
y constante.
No es literatura, pero es así.

jueves, 24 de junio de 2010

El verano sobre mi piel como un soplete
El barro olvidado cubierto por grietas de tierra
Mierdas de perro secándose al sol
Mis pies ardiendo en sus trajes de suela
Mi cuerpo estalla en gotas nubosas...
Bajo azul celeste,
Calor seco de mierda agrietada de perro

Escapamos hacia la noche

Porque sabíamos que hacía frontera con algo

Buscamos un paraíso nocturno, viendo

Lunas de plástico y cuerpos de neón

Huímos por el infierno azulado

De un beso pagado

Y regamos de sexo un jardín

De carne

Infectada.

El tercer martillazo arrancó la piel

de la puerta y quedó una cerradura

de tripas rosadas. Con un soplete

ardió su erección de clavo de ataúd

atascada en una pared encalada con semen

domingo, 16 de mayo de 2010

A veces una nube en el cielo
es peor que un tiro en la cabeza
y hasta el sol se oculta
temeroso
de esta guillotina de aire condensado.
Este año el verano
ha recibido una paliza de tormentas
que lo ha mantenido en el hospital
y mis sentimientos han crecido
como un jardín
de espinas
con hojas rodeando el asfalto
de mi cerebro de cemento.
La mañana llovió ácida sobre mi piel:
un cielo llorando lágrimas
de limones.
Y fieras desatadas
en las alcantarillas
aullaron esta noche
persiguiendo sueños
de rayos de sol.

domingo, 2 de mayo de 2010

La calle resuena suave como la muerte de una mosca.
Mis ojos chirrían al moverse a izquierda y derecha.
Mis labios se agrietan tratando de decirme algo sobre el agua.
El sol late caliente sobre mi piel.
Siento tubos de escape dentro de mi garganta.
Siento soledad agridulce bañándome como aceite caliente.
Mi dedos se mueven por el aire escribiendo. No sé lo que dicen.
Siento que sólo soy un escaparate de huesos superpuestos.
Quiero destruirlo todo,
pero me siento demasiado apático hasta para eso.
El viento suave llega hasta mí como una condena de muerte.
Quizás soy yo la mosca.

domingo, 14 de marzo de 2010

Mira las farolas de la ciudad,
un firmamento caído sobre el asfalto
que añora el vacío oscuro del cielo negro
y repudia el vacío oscuro de nuestras vidas
apagadas.
Luces que tiemblan de miedo
ante crímenes de los que son testigos
y aguardan con ansia el alba
para dormir sus sueños
inconexos.
Luces que acechan nuestras ventanas,
observando techos y persianas,
espías del acto de amor
que contemplan ilustres
el brillo de algún
televisor.
Pasean a solas por las calles
sin un alma
y contemplan sin prisas
la autopista
viendo crecer la hierba
en los arcenes de su vida.
Mueren desapercibidas
durante el día
y son lloradas de noche
en la sombra
que dejaron.
Son nuestras estrellas cercanas,
a tiro de piedra
si la puntería es buena,
son constelaciones sin nombre
que nunca nombran
los poetas.
Son el sol que hemos creado
y acompañan a la Luna
en su baile de noche
como camareras del banquete.
Y los borrachos en traslación
rotan
en torno a ellas abrazados
cantando sus penas
como grillos
a la medianoche
iluminada.

sábado, 13 de marzo de 2010

Había una bala con mi nombre.
Pero no era bala, era beso.
Caí herido desangrado
y tú amaste mi cadáver
tieso.
Un sofá compartido
con la desgana y el
aburrimiento
arañaba mi culo
huesudo
y el hombre-
cillo
del televisor
sonreía aburrido
desalmado
y sin alma.
Nena
de gafas corazón,
rojas
como tus labios
de sangre,
cubre tu pelo
una noche
de estrellas
ocultas
en la que duermen
suspiros
de mí fugitivos.

martes, 9 de marzo de 2010

Siento un odio insaciable hacia mí mismo. La necesidad de arrancar mi puta piel a tiras y tumbarme delante de un tren, arrancarme los ojos con las uñas, tirar de mis venas y sacarlas como cableado eléctrico de mi carne, prenderme fuego, saltar al vacío y estallar contra baldosas, explotar por un sentimiento bomba y morir de manera lenta y dolorosa. Siento la necesidad de hacerlo todo a la vez, por ti, como penitencia y como advertencia. Para demostrarte que voy en serio, que puedes contar conmigo. Para ser un mártir de tu espera. Ardo en llamas de PUTO ODIO y los dientes me castañetean, se rompen, se incrustan en mis encías podridas de sufrimiento. Mi cuello se tensa como una cuerda hasta que se rompe y grandes chorretones de sangre tocan el techo e incluso la cúpula del cielo. Mi vómito es tan fuerte que rompo una ventana. Odio en estado puro cada puta célula de mi maldito cuerpo: la cojo, la abrazo y le susurro unas palabras mágicas para que se muera, para que engendre cáncer, para que crezca en tumor. Quiero pudrirme en vida y morir chillando mientras mis propias células se arrancan a mordiscos de mí. Quiero que mi alma rasgue vestiduras de idiota, separe el ceño de subnormal y escape libre de este cráneo infecto, contenedor de basuras hediondas e innecesarias. Deseo que mi corazón se derrita y deje de apestar a mierda podrida y que los dedos de mis manos y de mis pies tiren de sí mismos para arrancarse de mí. Que se me metan en los ojos, en la boca, que me atraganten y me impidan respirar. Igualmente mis pulmones deben cruzarse de alvéolos y negarse a bombear. Mi cerebro se secaría entonces, lleno de sangre sin oxígeno, y al menos tendría una excusa para no pensar estupideces y no sentirme presa del absurdo. Deseo que exista un dios vengador, sádico y minucioso, que coja cada centímetro de mi cuerpo y lo penetre con su polla llena de sífilis. Que el pus apestoso corra por mis poros y estallen en granos de mierda chorreante. Quiero sentir que estas palabras se clavan como órdenes en mi lista de quehaceres del subconsciente para que este me bombardee desde dentro con bombas que esparzan cada mota de mi cuerpo en kilómetros a la redonda. Estallar bajo una bomba nuclear, asfixiarme en una cámara de gas, alojar balas perdidas de fusilamientos olvidados y poner mi cuello en horcas ajenas, así como guillotinas. Quiero que mi cabeza ruede cuesta abajo vomitando incongruencias y que corten mi polla y se la echen a los cerdos. Qué coño, que me echen vivo a los cerdos y muerdan mis tripas. Que me coman desde dentro miles de gusanos mientras agonizo y las moscas pongan huevos en mis ojos. Que los niños lleven cuchillas de afeitar naranjas y oxidadas y las pasen con deleite sobre mi piel, mientras sus abuelos echan sal como alpiste a las palomas. Quiero que me aten a cuatro autobuses y que cada parte de mi cuerpo termine en una parte del mundo. Que me atraviese el transiberiano, entrando por mi boca y saliendo por el ano. Quiero acabar destripado y disecado en una película de Alexandro. Quiero que usen mi cuerpo para experimentar nuevos tumores, nuevas plagas, pestes negras y amarillas. Quiero alojar parásitos radioactivos en mi cuello y en mi pene. Tener gusanos en el cerebro. Anguilas en el culo. Elefantes saliendo por mi boca, destrozando mis dientes. Perros mordiendo mi escroto y tirando de él para el almuerzo. Quiero ser mutilado por una mina y comerme mi pierna carbonizada. Quiero ser violado por futbolistas pederastas y arrastrado por mares ardientes llenos de tiburones hambrientos. Quiero que millones de mosquitos roben cada gota de mi cuerpo a la vez que me introduzcan millones de enfermedades. Quiero ser escudo humano en un secuestro, apartar al suicida y llevarme yo el tren, servir de colchón al que salta al vacío, atarme al que se hunda en el agua y estallar por la presión como una calabaza. Quiero ser mordido por coños dentados con halitosis, ser penetrado por falos con cuchilla, ser destripado con una cuchara y que me claven mil agujas. Quiero sentir siete infartos cerebrales y uno de miocardio, quiero ser aplastado por una roca imponente que me deje malherido mientras mi cabeza sigue pensando, añorando cada segundo de vida que le ha sido arrebatado.
Todo eso por ti, por estar vivo. Para no tener más miedo al dolor...

lunes, 8 de marzo de 2010

Puedo ver sobre la cama siete horas de sueño
amontonadas entre sábanas de luna dorada.
Juegan con sus minutos de lento tic-tac
y el tiempo se mece, flotando en las olas.
Mi carne púrpura brilla en la noche,
perla helada que reposa en la nada,
besando el vacío hecho de cristal
que cubre el olvido de terciopelo.
El sueño se descuelga del techo
cansado
y trepa a mis ojos
cerrados a cal
y canto en silencio
a sirenas sordas
el dulce susurro
de mi mente durmiente.
ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
La medianoche,
media dama
de medias
de noche,
volaba en su coche
aferrada
al volante
de su vestido
azabache.
Plagaban estrellas
su nido
nocturno,
vaciaba
botellas
de vino dorado
y vino
dorada
buscando perdía
a su amado
amante,
el mediodía.

domingo, 7 de marzo de 2010

Pisé una planta
con la planta
de mi pie
y corrí
en corro
el recorrido
hasta el corral

sábado, 6 de marzo de 2010

Mozart chirriaba en tus manos
hecho violín malsonante.
Beethoven vomitaba al piano
fusilado por mis dedos.
Pero juntos formábamos un concierto
digno de ver
que nunca recibió ni un aplauso.
Tuve una sonrisa que nunca viste
que no era de diente ni tampoco de labio
no de ojo ni de mejilla
una sonrisa hecha de tacto
que dediqué a tu linda piel
y que nunca me devolviste
cuando me quitaste los dientes,
labios, ojos y mejillas
Me desangraba en palabras
que trepaban por las paredes
ignorando la gravedad
de la situación.
Me alimentaba de deseos
disecados
y clavados
en cartón.
Miraba las piernas hechas hueso
como un perro
relamiéndose.
Lloraba hecho fuente
de la que bebían los mares
de sedienta sed.
Y temblaba
terremoto
de agrietada piel.
Sólo sabía escribir desesperación
titilante
en suaves notas de piano.
Sólo sabía hablar el silencio
susurrante
de los gritos a la medianoche.
Sólo sabía amar con odio
ardiente
puro hielo sobre la piel.
Pero su belleza era una sinfonía
de detalles sutiles
que harían temblar
composiciones dignas de una diosa.
Su belleza era tan
real
como cada átomo que la formaba.
Y sin embargo
dolía
como una cicatriz que no cura.
Abierto el libro de tus piernas, intenté leer la letra pequeña.
Hablaba de faldas quitadas a la medianoche,
de susurros clavados en un viento que escapa.
Hablaba de caer al vacío
y rebotar en un colchón de sexos empapados.
Cerrado el libro me diste la espalda,
que hablaba de noches frías en angustiado silencio
evitando dedos fríos sobre el colchón.
Hablaba de sueños incómodos
aplastados por la oscuridad de la noche,
que con su culo gordo
llenaba de peste nuestros olores.
Miré ya sin entusiasmo el libro de tus pies
que hablaba de viajes comunes,
de paseos sobre el cristal del cielo despejado.
Cerré tus libros y abrí el mío:
páginas en blanco todavía por escribir.
Y me di cuenta de que podía poner en él tus paseos sobre el cristal
y tus viajes de pies,
tus noches de olores y dedos fríos,
tus susurros de sexo empapado
y tus faldas hechas de beso encarnado.
"Eseselsentido", murmuré asombrado,
sintiendo tu tinta marcando mi piel.
Y dormí plácido
como un condenado,
sintiendo las letras agridulces
de aquel interminable poema.
Tecleé muerte sobre tu piel y te moriste, fiel.
Yo ya estaba muerto mucho antes de enseñar el hueso
pues intenté domesticar mis sueños dándoles una casa con piscina.
Aun sabiendo que había cadáveres hundidos en el fondo
de mi sangre.
El periódico no decía nada, ni siquiera en las esquelas,
de por qué todo había ido muriendo a nuestro alrededor.
Supuse que no era noticia
ni para nosotros.
Tecleé despierta y vi tus ojos abrirse
como aquella flor de mi ventana.
Tu piel se deshacía en polvo de caminos de tierra,
abierto tu estómago
como un belén de tripas.
Intenté aferrar algún pedazo
para tener algo que recordar
desde mi muerte eterna,
pero yo mismo no existía ya ni en el reflejo de tus lágrimas
secas de puro cristal.
Un chillido de violín acuchilló el aire,
que se quedaba dormido,
y apuntó al cielo
hacia las estrellas,
una colección de lámparas inabarcable.
Y entonces se fue la luz
llevándose la imagen de las cosas
y dejando sólo el tacto
inseguro
de la oscuridad
sobre nuestras cenizas.
Hacía malabares con palabras y -vive Dios- lo hacía bien.
Hacía malabares con cuchillos y no tenía miedo a cortarse.
Hacía malabares con hachas hasta que perdió un dedo.
Aunque lo único a lo que tenía miedo era a las palabras.
Porque no sabía cuál era beso
y cuál era cuchillo.

viernes, 5 de marzo de 2010

La nieve caía igual de fuerte sobre la carretera que dentro de mí.
El asfalto asomaba curioso de vez en cuando, preguntándose cuál era mi destino. Ignorando que no hay destino para quien viaja solo.
El cielo estallaba en átomos de agua que yo atravesaba a toda velocidad.
Un resplandor rojizo en el cristal me recordó el accidente. Una grieta en el cristal. Mi mirada en el retrovisor.
Estaba solo. Mi sombra rebotaba en los montículos de nieve que cubrían las cunetas de la carretera.
Una señal tiritando se giró al verme pasar.
Los árboles alzaban sus brazos al cielo. Pedían sol y calor. Parecían jugar al baloncesto con las nubes.
La ciudad lejana, en el horizonte, parecía mantenerse siempre a la misma distancia de mí. Incluso se alejaba.
Mis manos aferraban el volante como si fuera un madero en un temporal en alta mar. Podía sentir las inmensas olas negras, profundas e inhumanas, creciendo bajo mi cuerpo. Los monstruos marinos contemplando con un ojo abierto desde las oscuridades, dejando asomar un inmenso tentáculo para dejarse adivinar, para vivir en mi fantasía.
Mientras, las olas mecían mi cuerpo, sobre todo en las curvas.
Todo parecía congelado en un recuerdo distante o un fotograma de película mal revelado.
Los contornos desaparecían difuminados por la velocidad ante mi incapacidad de registrar los detalles.
Y sentía que me quedaría así para siempre, que nunca llegaría a la ciudad. No podría perderme entre sus venas de asfalto, sus esquinas llenas de muerte y hastío.
No llegaría a vivir esa vida hecha pelo negro y ojos en llamas.
No llegaría a borrar ese reflejo rojizo en el salpicadero, salpicado de vidas pasadas.
No llegaría.
Tu tristeza se convirtió de repente en una sala en la que encontrarnos y sufrir.
Con sofás llenos de quemaduras de cigarrillos y moqueta marrón llena de polvo.
Sobre la mesita de cristal había revistas viejas llenas de páginas recortadas.
Faltaban cabezas y ojos, manos y piernas.
Había muchas cosas que yo no entendía. Aunque fui guardando recortes para buscarle sentido.
La sala de espera no tenía puertas y la ventana era falsa. Un póster con luz.
El estómago me temblaba sólo de verme sin ti en aquella sala.
El alógeno del techo transmitía una luz seca e inerte, tiritante, no sé si de frío o de miedo.
Era como un arañar en mis ojos.
Me senté a esperar y saqué un cigarrillo.
Entonces me di cuenta de que no había cenicero.
Y asombrado me quedé mirando la punta inerte y aterradora del cigarro.
Sabiendo que una vez encendido no habría manera de apagarlo.
Pensaste que mi mirada era ojo,
cuando era pupila.
Y usaste mi abrazo como caldera,
aunque mi brazo era tijera.
Besaste mi diente cálido,
como si fuera mejilla.
Y sacaste el puñal
tranquila
como si no fuese robar.
Tú querías una poya dura y fuerte,
y un carácter acorde a las circunstancias.
Yo era débil y flojo,
poca carne entre tus manos.
Tú querías un amante salvaje,
hecho de placer y de vida.
Yo era muerte y pereza,
era rutina hecha huesos.
Tú querías abrazarme,
mezclarte conmigo.
Yo era burbuja
escapando entre tus dedos.
Querías quererme,
sentirme algo tuyo.
Yo quería morirme,
no sentirme ya más.
Y los días pasaron
consecutivos
como hojas que caen
de los árboles
y que se clavan en la piel
hechas lunar y experiencia.
Querías,
y yo quise.
Pero todo murió
congelado
en fotos tristes
de hoteles vacíos.

martes, 2 de marzo de 2010

Un duende duerme donde duermo yo.
Levanta mi cama durante la noche.
Observa mis sueños con sonrisa alelada
mientras lame huesos de niños muertos.
La noche ha caído
pesada
sobre la báscula.
La luna marca
los kilos
en el cielo.
Dos abejas en su flor
de luz
y calor sueñan.
Pelos flotan en la almohada
mar de sueños
sin hundirse.
Para
en sus venas
la sangre.
Todo duerme:
hasta
el verbo.
Clavé poya a pared
me fui alejando
sangre goteaba por cal blanca
no presté atención
me situé paso a paso
tres metros
culo sobre maderas de suelo
astillas
talones callosos
apoyados
sapos perezosos
dedos gordos estirados
cuellos de tortugas
inspeccionando lejanía
mis ojos
de rata
inspeccionando ventana
sin entender vacío
tenue luz entraba tímida
lejana como tambores
en horizonte
poya en pared
colgada
lombriz de tierra
retorcida
barro y arena
entre dientes
cuerpo flota
laxa tensión
blanco rojo
carne madera
y luz
.

miércoles, 27 de enero de 2010

de la mala mezcla

Hoy iba leyendo tranquilamente en el autobús. Con el típico ajetreo de todos los días: conversaciones, ruido de tráfico, etc.
En ese momento se me acerca un tío viejo vestido de rapero. Pero como si fuera daltónico o no tuviera ni idea de moda: parecía un payaso.
Me empezó a decir con un horrible acento alemán algo como "¡no, páralo, por favor, un poco de respeto!" y se marchó: volvió a bajar en la misma parada en la que había subido.
Nadie pareció prestarle atención, como ocurre en las grandes ciudades.
Anonadado, intenté seguir leyendo. Me pareció curioso que tuviera acento alemán: justo ahora estaba leyendo un libro que encontré en casa y es de G-o-e-the. Bastante coñazo, por cierto, no me extraña que la gente se suicidara después de leerlo.
Total, que me había desconcentrado y guardé el libro. De todas formas iba escuchando música, así que podía mirar tranquilamente por la ventana.
Iba escuchando 50 Cent. Todo el camino, desde que salí del insti.
Qué curioso el vejete este... Cómo iba de moderno, ¿no? Seguramente era un mendigo loco. A saber qué quiso decir...
Total, que llego a mi casa, subo las escaleras rapeando como un tío duro (cuando nadie me mira pierdo la vergüenza) y cuando llego frente a mi puerta flipo: hay un negro enorme con ropa to antigua -¡vieja de la hostia!- que parede disfrazado para una obra de teatro. En la cabeza lleva un pañuelo dado la vuelta y tiene una mierda rara en los dientes.
Parece que me conoce, porque cuando me oye se da la vuelta arremangándose y me dice:
-Tenemos que hablar...

jueves, 14 de enero de 2010

solo

Mi madre de pequeño me decía que llorara si me sentía mal: que así limpiaría mi alma de dolor y la dejaría blanca. Así podría recibir otra vez la bondad de este mundo.
Pero mi madre era idiota y no hay bondad en este mundo.
Sólo balas, coños y azufre. Y qué demonios: whiskey...
-
Sobreviví durante años apoyado en una barra de bar con el único sustento de un líquido amargo y el escote de la camarera. El infierno andaba cerca: bastaba con mirarle la cara de perro para evitar la tentación.
Pero me gustaba ser ciego y ver con la garganta. Y lo que veía me gustaba.
-
Por las mañanas me levantaba: el culo como una trompeta de cacao y la cabeza un cubo de basura. Mis sobacos olían a demolición y mis pies a queso añejo.
Pero el agua era un fantasma del pasado.
Un fantasma a evitar.
-
Estuve en el ensayo de un concierto que parecía el juicio final.
Todo ruido, sangre y furia.
Pero miraba a los músicos y no veía ángeles de la destrucción.
Sólo veía vidas llenas de aburrimiento, facilidades y pose.
Mi única pose era aguantar lo máximo posible con el codo sobre la barra.
Cuando tocaba el suelo, era hora de volver a casa.
Siempre zigzags, pensando el camino.
-
Recuerdo que ayer me comí un bocata junto al río.
Me gusta ver que fluye la naturaleza. La vida tiende a estancarse.
Dar un paseo entre peces gordos supone ver un montón de peces pugnando por respirar.
Peces que huelen a podrido y se lleva la corriente.
Los vagabundos no necesitamos nadar: vivimos de tres burbujas de aire.
El resto lo da el saber esperar.
-
Ayer vi una nube tatuada. En el brazo de una mujer.
Deseé tener un paraguas en el brazo y ofrecerle cobijo.
Pero sólo tenía pelos y cicatrices.
Uno no puede ser romántico cuando no es nada.
Vagabundo es una profesión a tiempo completo.
-
Los músicos y yo tenemos mucho en común.
Un culo inquieto, el hambre y la sed.
Pero igual que ellos tocan y consiguen algo para comer, yo me muero de hambre y de sed.
Al final sólo tenemos en común las almorranas.
-

-

En un baño de azulejos azul cielo, me llegó el final.

Jamás lo habría imaginado así.

Tan suave. Tan triste. Tan solo...

Simplemente me apagué desangrándome por una puta herida.

Como un vaso que se vacía. Como un puto recipiente de lejía.

Y mi última mirada al ventanuco -allá arriba- el cielo traía un sentimiento de paz...

Hasta que se acabó.

Y no estaba allí ya.

martes, 12 de enero de 2010

El asfalto arde suave bajo mis pies - me recuerda que estoy en el infierno - la pistola en mi mano está caliente - escupe fuego como un radiador averiado / el sonido de las balas rebota en cada esquina - la sangre borbotea roja - salpicando sobre mis pies desde la herida en mi cabeza / el suelo parece abrirse y la profundidad me absorbe - caigo sobre un edificio de oficinas - la azotea está llena de gente - se empujan mutuamente hacia el borde / salto sobre un cuerpo desnudo y esquelético - caigo desde el cielo hacia la calle - llena de coches destrozados / me golpeo contra el suelo - estoy en la alfombra tirado en mi cuarto - desnudo con una botella de ron - y la ventana abierta / entra nieve con fuerza - estoy tiritando / tengo la poya dura apuntando hacia el techo - la puerta se abre - entra una vieja de ojos saltones - desnuda - con mucho pelo en el coño - su olor apestoso se lanza contra mí como una lluvia de perdigones / me levanto - salto- la atravieso - me lanzo escaleras abajo / los escalones desaparecen - caigo por el hueco del ascensor / mi cuerpo se mueve como una avispa - clavando el aguijón / tendido en la cama - metiendo la poya en un cuerpo ajeno -femenino -indeterminado - de rasgos ilegibles / un espejo frente a mí - me veo metiéndome la poya en el estómago - un hombro se derrite - el brazo cae al suelo - las uñas salen corriendo - gritando - riéndose / mi madre me grita con voz aguda - he dejado el grifo abierto - el agua está a la altura del techo - no me di cuenta de las burbujas - escapando de mi boca / nado hacia la superficie - toco la bombilla con la cabeza - cortocircuito - la electricidad corre por mi cuerpo - se ahoga bajo el agua / me hundo con una sonrisa - un pez rutina empieza a mordisquearme - un tiburón sale de mi pecho - lo destroza de un bocado - sin comérselo - toda la habitación azul y roja - agua y sangre.