domingo, 12 de diciembre de 2010

Uno descubre con el tiempo que la palabra libertad significa soledad.
Una vez encontré una hermosa cárcel de morenos barrotes y pelo corto.
Pelo corto y mirada larga, de ojos encendidos que atesoran el mundo.
Era una bella cárcel en la que parecía estar contenido todo lo que esperaba de mi mundo.
Nadie me obligó a entrar: yo me tiré dentro de cabeza. Me tragué la llave y me encadené en un rincón para que nadie me sacara de allí.
Pulí cada barrote con amor hasta que quedaron relucientes.
Sólo olvidé engrasar la cerradura y las bisagras. Por eso me sorprendió un día un chirrido: la puerta se abrió. Me sacaron fuera, me pusieron a la intemperie.
Y me descubrí rodeado de fría noche nebulosa. Niebla por todas partes.
Corrí en cículos buscando la entrada de nuevo, pero desde fuera no encontraba la puerta, que se había vuelto a cerrar.
Me quedé solo en mitad de la nieve que caía en mi corazón lleno de tormentas.
Blanca nieve y niebla tenue a mi alrededor.
Y la sensación de no saber a dónde ir o qué hacer...

No hay libertad más triste que la del que ama sus barrotes.

No hay comentarios: