lunes, 30 de agosto de 2010

lo que piensan los paseantes

tetas pájaro
culo baldosa
tetas chicle
ojos sombra
tetas nube
culo perro
cara... autobús...
cara farola
culo zapatos
tetas falda
pies nube
ojos gente
culo rojo
tetas polvo
cara... gris...

Poema de menos cinco

falta un minuto
y otro
hasta cinco
sé que llego a tiempo
por eso llego
tarde
el reloj engaña
la hora se esconde
del sol
crece mi sombra
sobre la arena
y salgo tarde
como siempre
Me he pasado todo el día sin saber que hacer, dándole vueltas a la cabeza alrededor del cuerpo. Hace un rato lancé un suspiro que trepó por la pared y me observó un buen rato desde el techo. Mis párpados no aguantaban abiertos y el sueño rebuscaba por mi columna vertebral, toqueteando con garras de hierro como quien busca un caramelo en el fondo de un bolso.
Las chanclas en el suelo miran indignadas a un par de pelusas que juegan con una uña cortada. No se trata de ser sucio, sino de que la mugre sabe ocultarse: es un virus que permanece activo. Creo que en mi lucha contra el polvo perdí la batalla hace tiempo. Paso el dedo sobre la mesa, acariciando las dunas blancas de un diminuto desierto.
Tengo una máquina de escribir. No tiene tinta ni papel: sólo escribe historias chasqueando los nudillos. El sonido es similar al de una piña en una hoguera. Los vecinos se quejan, aunque supongo que porque no entienden nada.
También he intentado leer un libro: no fui capaz de verme reflejado en sus letras. Lo dejé en la estantería, sobre una pelusa, lo que me recuerda que hoy me he masturbado más de lo habitual. Dos veces por la mañana y una más en algún momento no registrado. Una vez con blancas, otra con negras y la última con una película rara. Salía una gruesa rubia tetona. Tenía el escaso atractivo de una esquina entre dos muros, pero resultaba tan marciana que recaí.
Odio beber cocacola: esta mierda convierte mi estómago en un globo y pone mi cabeza en tensión. Cuando me rasco el pelo tañe como una cuerda de guitarra.
La dimensión prohibida sigue bajo mi silla. Tengo miedo de apartarme y que salga algún tipo de monstruo. Espero meterme algún día en ella y encontrar novia.
No tengo trabajo y parece que la vida da vueltas a mi alrededor rodeándome. Es extraño porque hace que me sienta atrapado sin tomar parte. Es como ser expulsado de un juego en el que sólo estabas de espectador.
Mi esclavo favorito ha vuelto. Me mira suspicaz desde la esquina del armario. Tendré que volver a darle un latigazo.
He quedado en el parque: voy a pisar mierdas de perro y a mirar hormigas. Puede que haya conversaciones ocasionales. Hoy no me siento conversacional.
¿aprenderé alguna vez el idioma de los átomos de aire?
Creo que me vuelvo amarillo como las páginas de un libro. Tendré que tomar más el sol.
Farenheit: toca arder.

domingo, 15 de agosto de 2010

estoy rodeado de libros que me quiero leer
algunos que querría tirar
muchos los llevo ya puestos
otros siguen esperando la vez
qué lamentable ser libro cerrado
y que nadie te pueda leer
escribiste mi vida en palabras
sueltas al azar,
te hiciste con la autoría
de mi obrar
y cobraste cara la entrada.
desde entonces soy un payaso
expuesto en una galería de circo
Me escondí de la policía:
un día entero, con su noche,
escuchando las sirenas
del mar entre tus piernas
y me dediqué a aullar a la luna
de tus ojos,
a oírte maullar
susurros
a la almohada.

sábado, 7 de agosto de 2010

el teclado del ordenador
plagado de trocitos de patata
la grasa seca de las teclas
el brazo que se pega a la mesa
mojada de cocacola seca
la luz del foco da calor
da vueltas el ventilador
la persiana bajada hasta que pase la siesta
y me llaman para comer

viernes, 6 de agosto de 2010

Tenía cara de culo y culo de pato. Con una nariz larga y retorcida como el tronco de una encina. Tenía un apodo idiota que le hacía justicia. Que era demasiado suave, en mi opinión.
Vestido con un polo descolorido y unos pantalones de imbécil, descargó toda su furia hacia mí por atacar sus creencias. Simplemente puse el dedo en la llaga. Era fácil, siendo él un amasijo de carne podrida. Hubiera tocado hueso de profundizar un poco más...
Le dije que si fuera cristiano me avergonzaría de él: de su colgante de Cristo. Tenía valor sentimental: "200 euros en oro". Puede que cuatrocientos. Sí que había entendido la doctrina: lleva oro, defiende mi imagen, pégate porque sí.
Lo ignoré, me aparté y le dejé que siguiera viviendo en su estupidez. Simplemente respeté su espacio: su zona muerta.
Me tiró un cubata de litro encima. Vacío,sólo con los hielos. Ni me manchó, sólo rebotó contra mí y cayó hacia él. Qué estupidez. Intentó forzar una pelea. Yo no me pego por mis no-creencias: es absurdo pegarse por lo que crees pero más todavía por lo que NO crees.
Volví con mis amigos. En el fondo me temblaba la voz. Tenía las piernas flojas. La amenaza volvió a entrar en mí, de manera patética y ridícula, proveniente de un engendro borracho pero con el sabor de las peleas en el colegio. De las hostias que me llevé por estar en el sitio adecuado. Del odio que apunta hacia uno como el sol a través de una lupa.
Y aparté la cabeza antes de quemarme. Para mí, podía ganar la batalla y vencer a un idiota. Pero significaba perder la guerra.
Porque ir a todas partes vigilando que no te peguen, es obviamente perder la partida.
en conciertos llenos de sudor y de gente conocida
llenos de cerveza y de gritos
empujones, abrazos, camaradas
hay valiosas lecciones de humildad
y de vida
y de todo
gente dispuesta a dejarte aprender
a ser tú mismo
y a ser lo que quieres parecer
de esta manera, escondido
en mi traje extranjero
miré la vida
que podría haber tenido
y encontré partes de mí mismo
ocultas en cuartos sin ventanas
Odio hablar de ciclos que se acaban
y de etapas que empiezan
he empezado a ver
que todo es fluido
y constante.
No es literatura, pero es así.