lunes, 30 de agosto de 2010

Me he pasado todo el día sin saber que hacer, dándole vueltas a la cabeza alrededor del cuerpo. Hace un rato lancé un suspiro que trepó por la pared y me observó un buen rato desde el techo. Mis párpados no aguantaban abiertos y el sueño rebuscaba por mi columna vertebral, toqueteando con garras de hierro como quien busca un caramelo en el fondo de un bolso.
Las chanclas en el suelo miran indignadas a un par de pelusas que juegan con una uña cortada. No se trata de ser sucio, sino de que la mugre sabe ocultarse: es un virus que permanece activo. Creo que en mi lucha contra el polvo perdí la batalla hace tiempo. Paso el dedo sobre la mesa, acariciando las dunas blancas de un diminuto desierto.
Tengo una máquina de escribir. No tiene tinta ni papel: sólo escribe historias chasqueando los nudillos. El sonido es similar al de una piña en una hoguera. Los vecinos se quejan, aunque supongo que porque no entienden nada.
También he intentado leer un libro: no fui capaz de verme reflejado en sus letras. Lo dejé en la estantería, sobre una pelusa, lo que me recuerda que hoy me he masturbado más de lo habitual. Dos veces por la mañana y una más en algún momento no registrado. Una vez con blancas, otra con negras y la última con una película rara. Salía una gruesa rubia tetona. Tenía el escaso atractivo de una esquina entre dos muros, pero resultaba tan marciana que recaí.
Odio beber cocacola: esta mierda convierte mi estómago en un globo y pone mi cabeza en tensión. Cuando me rasco el pelo tañe como una cuerda de guitarra.
La dimensión prohibida sigue bajo mi silla. Tengo miedo de apartarme y que salga algún tipo de monstruo. Espero meterme algún día en ella y encontrar novia.
No tengo trabajo y parece que la vida da vueltas a mi alrededor rodeándome. Es extraño porque hace que me sienta atrapado sin tomar parte. Es como ser expulsado de un juego en el que sólo estabas de espectador.
Mi esclavo favorito ha vuelto. Me mira suspicaz desde la esquina del armario. Tendré que volver a darle un latigazo.
He quedado en el parque: voy a pisar mierdas de perro y a mirar hormigas. Puede que haya conversaciones ocasionales. Hoy no me siento conversacional.
¿aprenderé alguna vez el idioma de los átomos de aire?
Creo que me vuelvo amarillo como las páginas de un libro. Tendré que tomar más el sol.
Farenheit: toca arder.

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