martes, 9 de marzo de 2010

Siento un odio insaciable hacia mí mismo. La necesidad de arrancar mi puta piel a tiras y tumbarme delante de un tren, arrancarme los ojos con las uñas, tirar de mis venas y sacarlas como cableado eléctrico de mi carne, prenderme fuego, saltar al vacío y estallar contra baldosas, explotar por un sentimiento bomba y morir de manera lenta y dolorosa. Siento la necesidad de hacerlo todo a la vez, por ti, como penitencia y como advertencia. Para demostrarte que voy en serio, que puedes contar conmigo. Para ser un mártir de tu espera. Ardo en llamas de PUTO ODIO y los dientes me castañetean, se rompen, se incrustan en mis encías podridas de sufrimiento. Mi cuello se tensa como una cuerda hasta que se rompe y grandes chorretones de sangre tocan el techo e incluso la cúpula del cielo. Mi vómito es tan fuerte que rompo una ventana. Odio en estado puro cada puta célula de mi maldito cuerpo: la cojo, la abrazo y le susurro unas palabras mágicas para que se muera, para que engendre cáncer, para que crezca en tumor. Quiero pudrirme en vida y morir chillando mientras mis propias células se arrancan a mordiscos de mí. Quiero que mi alma rasgue vestiduras de idiota, separe el ceño de subnormal y escape libre de este cráneo infecto, contenedor de basuras hediondas e innecesarias. Deseo que mi corazón se derrita y deje de apestar a mierda podrida y que los dedos de mis manos y de mis pies tiren de sí mismos para arrancarse de mí. Que se me metan en los ojos, en la boca, que me atraganten y me impidan respirar. Igualmente mis pulmones deben cruzarse de alvéolos y negarse a bombear. Mi cerebro se secaría entonces, lleno de sangre sin oxígeno, y al menos tendría una excusa para no pensar estupideces y no sentirme presa del absurdo. Deseo que exista un dios vengador, sádico y minucioso, que coja cada centímetro de mi cuerpo y lo penetre con su polla llena de sífilis. Que el pus apestoso corra por mis poros y estallen en granos de mierda chorreante. Quiero sentir que estas palabras se clavan como órdenes en mi lista de quehaceres del subconsciente para que este me bombardee desde dentro con bombas que esparzan cada mota de mi cuerpo en kilómetros a la redonda. Estallar bajo una bomba nuclear, asfixiarme en una cámara de gas, alojar balas perdidas de fusilamientos olvidados y poner mi cuello en horcas ajenas, así como guillotinas. Quiero que mi cabeza ruede cuesta abajo vomitando incongruencias y que corten mi polla y se la echen a los cerdos. Qué coño, que me echen vivo a los cerdos y muerdan mis tripas. Que me coman desde dentro miles de gusanos mientras agonizo y las moscas pongan huevos en mis ojos. Que los niños lleven cuchillas de afeitar naranjas y oxidadas y las pasen con deleite sobre mi piel, mientras sus abuelos echan sal como alpiste a las palomas. Quiero que me aten a cuatro autobuses y que cada parte de mi cuerpo termine en una parte del mundo. Que me atraviese el transiberiano, entrando por mi boca y saliendo por el ano. Quiero acabar destripado y disecado en una película de Alexandro. Quiero que usen mi cuerpo para experimentar nuevos tumores, nuevas plagas, pestes negras y amarillas. Quiero alojar parásitos radioactivos en mi cuello y en mi pene. Tener gusanos en el cerebro. Anguilas en el culo. Elefantes saliendo por mi boca, destrozando mis dientes. Perros mordiendo mi escroto y tirando de él para el almuerzo. Quiero ser mutilado por una mina y comerme mi pierna carbonizada. Quiero ser violado por futbolistas pederastas y arrastrado por mares ardientes llenos de tiburones hambrientos. Quiero que millones de mosquitos roben cada gota de mi cuerpo a la vez que me introduzcan millones de enfermedades. Quiero ser escudo humano en un secuestro, apartar al suicida y llevarme yo el tren, servir de colchón al que salta al vacío, atarme al que se hunda en el agua y estallar por la presión como una calabaza. Quiero ser mordido por coños dentados con halitosis, ser penetrado por falos con cuchilla, ser destripado con una cuchara y que me claven mil agujas. Quiero sentir siete infartos cerebrales y uno de miocardio, quiero ser aplastado por una roca imponente que me deje malherido mientras mi cabeza sigue pensando, añorando cada segundo de vida que le ha sido arrebatado.
Todo eso por ti, por estar vivo. Para no tener más miedo al dolor...

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