Me desangraba en palabras
que trepaban por las paredes
ignorando la gravedad
de la situación.
Me alimentaba de deseos
disecados
y clavados
en cartón.
Miraba las piernas hechas hueso
como un perro
relamiéndose.
Lloraba hecho fuente
de la que bebían los mares
de sedienta sed.
Y temblaba
terremoto
de agrietada piel.
sábado, 6 de marzo de 2010
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