martes, 4 de marzo de 2008

Vacío

Rodeado de libros, como si el saber plasmado en caracteres y acumulado en páginas me acercara al infinito o a la inmortalidad, pasé mi vejez.

Los últimos años de mi vida fluyeron como un río de pequeñas experiencias de la vida cotidiana llenas de pequeños nuevos avances en mi comprensión de la vida cotidiana.


Conservo aún recuerdos de mi acelerada juventud, que se me escapó de las manos al no conseguir enjaularla y domesticarla. Luego el tiempo enlazó mi nacimiento con mi muerte de una manera mucho menos sofisticada de lo que uno querría y se acabó.

Qué raro es estar aquí...

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