Cuando llueve me siento mal porque el agua que hay en mí llora en su cárcel de carne. Mi interior se agita burbujeante al contacto con la lluvia y siento la tristeza del fluido preso en mí: siento su anhelo por huir.
Por eso cuando llueve me encierro en casa y no quiero salir. Corro las cortinas como un telón que esconde el cielo y espero en silencio a que acabe el aguacero.
Entonces una ducha caliente apacigua mi agua y un té tibio sirve de mensajero.
Para decirle a mi agua que aguarde y aguante.
Por eso cuando llueve me encierro en casa y no quiero salir. Corro las cortinas como un telón que esconde el cielo y espero en silencio a que acabe el aguacero.
Entonces una ducha caliente apacigua mi agua y un té tibio sirve de mensajero.
Para decirle a mi agua que aguarde y aguante.
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