viernes, 17 de octubre de 2008

Te vi bailando, con ese culo prieto y sereno, y no pude evitar desearte. No pude evitar desearlo. Y no pude evitar que mi cerebro se fuera por el desagüe cuando tiraste de la cadena. Y mis besos a tu boca en tu cabeza contra el suelo eran más fruto de la ebriedad que del deseo. Pero aun así no pude evitarlo. Y por eso aplasté a besos tu boca contra el asfalto, porque sabía que podía hacer que te rindieras, porque sabía cómo meterme entre tus piernas. Para acurrucarme ahí y esperar a que pasara el temporal. Mierda que lloviera también allí dentro…

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