Desperté con un taladro destrozando mi pared y el televisor anclado en un canal de pornografía gay. La pantalla lanzaba imágenes de rabos y culos entre ataques epilépticos. Desconecté mi cerebro para no analizar la situación y atravesé corriendo la habitación, atravesando el cristal y atravesando el aire y atravesando la distancia que había hasta la calle.
Y nada sorprendente fue que atravesara el techo del coche que me detuvo.
Y nada sorprendente fue que atravesara el techo del coche que me detuvo.
1 comentario:
Genial. Zésar cien por cien...=)...
Publicar un comentario