jueves, 9 de octubre de 2008

Desperté con un taladro destrozando mi pared y el televisor anclado en un canal de pornografía gay. La pantalla lanzaba imágenes de rabos y culos entre ataques epilépticos. Desconecté mi cerebro para no analizar la situación y atravesé corriendo la habitación, atravesando el cristal y atravesando el aire y atravesando la distancia que había hasta la calle.
Y nada sorprendente fue que atravesara el techo del coche que me detuvo.

1 comentario:

Miss O. dijo...

Genial. Zésar cien por cien...=)...