miércoles, 14 de enero de 2009

Sentado a la mesa el muchacho intenta escribir: pequeñas gotas de inspiración caen de su frente al papel formando una historia. Agotado, contempla el charquito que ha formado y envidia a la gente que puede crear mares. Después levanta la hoja dejando que el trabajo de toda la tarde se escurra en un cubo.

Viendo que resulta imposible escribir nada decente, se le ocurre dibujar. Agarra el portaminas vacío e introduce las minas como si fueran balas, dispuesto a cazar algunos bocetos. Un par de infructuosos intentos y desiste también (...)

(06/04/2006)

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