jueves, 15 de enero de 2009

Algunas relaciones flotan a la deriva por muchas anclas que les pongas. Supuse que la nuestra sería una de ellas y tardé mucho en darme cuenta de que se había hundido hacía tiempo, de que había desaparecido en el azul oscuro casi negro de las profundidades marinas. Allá donde los monstruos de la consciencia se pasean a sus anchas.

Durante un tiempo continué tumbado en mi barca. Sin agua, sin comida, sin esperanzas de ver tierra. Mentiría si dijera que esto ha cambiado. Mentiría igualmente si dijera que me importa...

Mi vida se ha reducido a un flote pasivo por la superficie de las relaciones, esperando desinteresado una ola que alcance a mojarme. Y por más que oteo el horizonte, no hallo huellas de nubes.

¿Dónde están aquellas tormentas de la adolescencia? ¿Dónde aquel sentir desdichado que tanto se sentía? Probablemente aplastados por la redonda rutina. O aturdidos por la retórica rancia.

...

No hay comentarios: