miércoles, 14 de enero de 2009

"mi mente está más allá de este universo" - G.G.Allin

Toda la gente que atraviesa la realidad desarrolla un deseo irrefrenable de matar. Esta es la manera de ir más allá del contacto físico, lejos de todo sentimiento, y acceder de manera directa a la esencia de lo que somos.

La muerte, al igual que el asesinato, reproduce la verdad más sincera y cruel de este mundo, pues nos recuerda que el ser humano es un objeto destruible.

Algunas personas parten de esta idea para llegar al a conclusión de que hay que respetar la vida, porque es una cosa única e irrepetible.

Otros, sin embargo, sabiendo que van a desaparecer sin remedio de la realidad, deciden traspasarla y destruirla. Esta gente representa todo aquello que la sociedad odia o no puede entender.

Todo, pero elevado a la máxima potencia.

Y, aunque hemos olvidado que no existe diferencia entre orden y desorden, resulta comprensible que su conducta nos repugne: nos hace sentir víctimas de nuestras propias reglas.

¿O no? A lo mejor, entre el miedo y la incomprensión, sólo podamos sentir pena y vergüenza ajena ante estas personas.

No lo sé, tal vez nuestra risa no sea muy diferente al balido sarcástico de las ovejas que miran nuestro coche al pasar.

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