lunes, 12 de enero de 2009

La habitación está ardiendo. Recojo una colilla del suelo y me pongo a fumar. Y espero a que las llamas retrocedan antes de sentarme en el sofá. Y espero. La habitación se va apagando poco a poco. Las paredes recuperan el color verde del papel mal adherido y el suelo su reluciente parqué. Enciendo el cigarrillo y lo guardo en el paquete. Noto el olor a gasolina. Huele tan fuerte que cojo el bote que hay tirado en el suelo y riego la habitación con él. Descuelgo el teléfono y pienso: "aquí acaba todo".

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