miércoles, 14 de enero de 2009

Hay un hombre muerto en mi cama.

No es nada nuevo, en realidad lleva ahí mucho tiempo. Por lo menos desde que alquilé el apartamento al anterior inquilino, un tipo de grandes ojeras y diminutas orejas. Me lo dejó muy barato pero no pude evitar que me resultara desagradable, con esa sonrisa nerviosa y todos esos extraños tics nerviosos. Como si fuera para tanto. ¿Sería el primer muerto que veía en su vida?

En verdad era también mi primera vez, pero fue mucho menos trágico de lo que cualquiera podría imaginarse: me limité a cerrar la puerta tras de mí, dejar la maleta en el suelo y darle los buenos días. No hubo respuesta, pero supongo que si uno está muerto queda eximido de ciertas costumbres sociales. En todo caso no me pareció maleducado.

Tal vez ustedes se estén preguntando cómo puede ser la convivencia con un hombre que está muerto. Bueno, a decir verdad no es nada fuera de lo corriente, simplemente se trata de una convivencia silenciosa. Dicen que es duro acostumbrarse a vivir con la muerte, y supongo que tienen razón: no debe ser fácil asumir que tu compañero va por ahí, día y noche, buscando a gente para quitarles la vida. Y debe ser un engorro encontrarse a veces la hoja de la guadaña en el lavaplatos. Y peor todavía deben de ser sus visitas: esos tres jinetes que se pasan de vez en cuando para jugar al ajedrez y te lo ponen todo perdido de ectoplasma.

Pero un muerto no, con un cadáver uno puede sentarse y leer, incluso en voz alta -si se tercia-, que nunca va a recibir quejas. Puedes traer visitas, poner música alta o ver la tele de madrugada con total tranquilidad, que él siempre seguirá ahí tumbado, un poco tieso, sin apartar la vista del techo. Por supuesto, resulta algo incómodo a la hora de irse a dormir, pero uno se acaba acostumbrando y al final siempre coge la postura adecuada.

Después de todo, si vive aquí es porque paga el alquiler, así que tiene tanto derecho a dormir en la cama como yo. No creo que al morir pierda uno el derecho a estar cómodo, menuda tontería entonces, ¿no?

(08/10/2006)

No hay comentarios: