miércoles, 22 de julio de 2009

Miro hacia arriba y veo el cielo azul estallando desde las profundidades del sol.
La luz cegadora cae como plomo fundido sobre mi piel, que se derrite en múltiples gotitas de sudor.
Miro hacia arriba e imagino la playa. El olor del agua salada, la brisa fresca, la arena entre los pies.
Bajo la mirada y sólo hay asfalto y coches. Todo ardiendo posado en la sartén del mediodía.
Todo grasiento flotando en aceite.
Miro al cielo y veo el mar evaporado en el aire. Sé que está ahí arriba, esperando a que me sumerja en él.
Pero tendrá que esperar.
De momento, lo único que hay son altas temperaturas, sudor y polvo.
Mucho polvo.

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