jueves, 27 de agosto de 2009

Metí un pequeño alambre en el enchufe sujetándolo con los dientes. Una fuerte corriente recorrió mi cuerpo electrocutándolo y calcinándolo en un instante. Mis órganos internos se derritieron, mis globos oculares explotaron manchando la pared. Sangre corría por mi nariz buscando las rendijas del suelo.
Así de fácil.
Mucho mejor que hacerlo lentamente y con desgana.
Mejor acabar rápido...

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