sábado, 20 de septiembre de 2008

Retazos y dispersiones VI

Dejé atrás un sueño empapado en bacardí aguado y miré directamente a la luna, olvidando que puede cegar a un pobre ebrio. Era cuestión de tiempo que el tiempo se me acabara. Y de una patada lancé el reloj de arena escaleras abajo, sólo que yo ya estaba abajo y no sé cómo lo hice. Probablemente ni le diera y todo fueran imaginaciones mías.
O imaginaciones tuyas, no sé, ¿qué viste?
Siempre he querido preguntarte si cuando me encontraste y me miraste, con aquellos ojos ardientes, viste algo. Algo más que tu reflejo en mis pupilas cóncavas.
Teníamos una pala para hacer el agujero pero no había cadáver en el hoyo así que me preguntaron si no me importaba meterme yo. Costó acostumbrarse porque la arena estaba fría y mojada. Llena de lombrices asquerosas.
Pero dijeron que sólo sería un rato.
No sé, ¿cuánto tiempo es “para siempre”?

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