viernes, 19 de septiembre de 2008

Pienso en Sartre y me lo imagino en la ducha. Sé que no es un pensamiento muy frecuente pero es que a mí me van las emociones fuertes.
Es decir, imagina por un momento que eres ese feo filósofo francés y que estás en la ducha, calentito, con un buen empalme matinal. Empiezas a meneártela tranquilamente como todo hijo de vecino y de repente, al girarte, te ves en un espejo.
Y otra paja a tomar por culo.
Ahora imagina que eso te pasa cada día. En verano varias veces porque eres un chico limpio. ¿No te daría entonces por pararte a pensar sobre las cosas? Bueno, pues así es como nace un filósofo.
Así que cada día, cuando te hurgues debajo de tu barriga peluda buscando un poco de alegría, párate a pensar y pregúntate a ti mismo: "¿Quiero ser un filósofo?" La respuesta probablemente la veas escrita en esa cara que se refleja en el espejo.

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