miércoles, 9 de julio de 2008

VIII

El ansia de viajes devoraba su alma inquieta a la vez que la necesidad de una cierta estabilidad le impedía liberarse de su rutina, que se había posado como una negra nube de desesperación en el cielo a pesar de que, en el fondo, surtía el efecto de un bálsamo sobre sus nervios y permitía la justificación y explicación de una vida frustrada.

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