viernes, 25 de julio de 2008

XIX - B

Las olas del mar lamían con monótona suavidad la arena que, proveniente de lejanas tierras, había decidido concluir su viaje en aquella playa para así dejar constancia de mis pisadas. En el susurro del viento, el canto de las sirenas me puso en guardia. Lejos de atraerme, me recordaban que tenía que seguir huyendo.

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