Yo tenía una pistola y él un kalashnikov.
Pero el tamaño no importa, me decía: una bala es una bala. Y yo soy más rápido, le daré primero.
Disparamos y, como dije, yo le di primero.
En todo el cuello, una herida mortal.
Pero el cabrón no disparó una, sino muchas.
Me dio por todo el cuerpo. Sobre todo en el pecho.
Joputa...
No hay nada que me dé más asco que tener semen de otro en el pecho, joder…
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