No te quise más que a nadie, nunca te adoré. No me sentí mal cuando todo se rompió. No miré al cielo azul y lo vi gris. No pensé que la arena me llegara al cuello. No me costó respirar. No fluyeron mis lágrimas desde mis ojos al desagüe en el fregadero. No se volvió frío mi reflejo en el charco. No hubo menos viento agitando mi piel. No se rompieron mis lazos con los amigos de los demás. No se silenciaron las canciones, ni sonaron de más lejos. No sentí que la mentira fuera verdad. No dejé nunca de creer en nada de nada.
Pero sí que me escurrí por el empedrado cuesta abajo.
Entre piedrecitas y cristales.
Cada vez más lejos.
De mí mismo.
Pero sí que me escurrí por el empedrado cuesta abajo.
Entre piedrecitas y cristales.
Cada vez más lejos.
De mí mismo.
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