sábado, 29 de septiembre de 2007

Fly Away

Lo siento por todo mi cuerpo. Como una lengua ardiente. Es la radiación. Traspasa mi piel y llega hasta los huesos, se clava en mí como una bala en un tablón de madera. Y me mata por dentro. Noto cómo empieza a pudrir mi cuerpo. La corrupción. Podredumbre. Sonrío con dientes amarillentos y la saliva espesa de mi boca me cae sobre el pecho. Ya da igual, porque me estoy muriendo y no voy a andarme con escrúpulos. Vomito algo verde y mis ojos se clavan como cuchillas en el público. ¿Os gusta esto, cabrones? ¿Queréis más?

Sé que soy sólo un espectáculo, que mi vida no vale nada. No desde que maté a esos críos. Se reían de mí, yo lo sabía. Estaban al otro lado de la calle. No me arrepiento. Se reían sin parar y supe que yo era el motivo. Ahora ya no se reirán de nadie más. Crucé la calle y los maté. Al menos a un par, el resto consiguió huir. A uno le abrí la cabeza contra la pared. Debían de tener dieciséis años. La flor de la vida. Y un huevo.

Y ahora aquí estoy. Me están ejecutando. Ni silla eléctrica, ni inyecciones ni hostias: con radiación. Mitad ejecución mitad espectáculo. Probablemente siempre ha sido así. Y yo aquí, notando cómo mis órganos internos explotan y sabiendo que me lo merezco.

Menuda mierda...

No hay comentarios: