lunes, 8 de octubre de 2007

Una bella mañana

Me paso la lengua por los dientes. Noto un fuerte sabor a sangre en los incisivos superiores. La piel de mi cara está hinchada y siento como si llevara una aguja clavada en cada poro.

El sudor corre por mi frente y percibo el olor salado o ácido de mi piel.

Miro hacia arriba y veo el maletero de un coche y el capó de otro. Los veo desde abajo porque estoy tirado en el suelo, con uno a cada lado. Intento darme la vuelta y mis costillas se resienten. Mi mirada se pierde en una mancha de pis seco que rodea la rueda más cercana a mi cabeza.

Tengo el pie encajado de alguna manera contra el bordillo y al intentar moverlo me cago de dolor, así que al final desisto: la postura no es tan incómoda, siempre puedo esperar a que muevan el coche. O podría quedarme aquí, da igual.

Empieza a entrarme sueño, me noto agotado y mis párpados echan el cierre.

De hecho, aquí se está bastante bien.

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