sábado, 27 de diciembre de 2008

Me da miedo quedarme en silencio por la noche y oír mi respiración insomne, mi sueño velado. Aparecer y desaparecer en mi habitación como una luz intermitente. Iluminar sueños y pesadillas con la luz del baño mientras meo. Y volver a la cama sabiendo que aunque me hunda en ella pronto saldré a flote otra vez.
Despierto y escribo unas líneas que me cruzan la cabeza; el transiberiano de la medianoche que atraviesa los recuerdos diarios. Y mis ojos legañizos se atontan con la luz y se espabilan en la oscuridad.
Creo que mi piel brilla cuando cierro los ojos, pero nunca puedo verlo porque se apaga cuando los abro. Es lo mismo que me pasaba con la luz del frigorífico, aunque un día conseguí verla dejando entornada la puerta.
Tanto esfuerzo sólo para quitarle un poquito más de magia al mundo…
Como si nos sobrara, digo yo.

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