sábado, 9 de agosto de 2008

Por la calle seca y llena de personas mis labios rescataron unos sonidos de mi cabeza y los liberaron soplando silbidos. Entonces ella me dijo que parara, que si uno silba el demonio lo busca. Y si sigue silbando el tiempo suficiente, lo encuentra.
La miré a los ojos sorprendido y le contesté lo único que pude:
-Eso es una tontería. No puedo encontrarme a mí mismo.
Y la melodía siguió durante un buen rato, saliendo de las ardientes tinieblas de mi cuerpo.

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