martes, 13 de noviembre de 2007

el monstruo interior

Mi piel se cae a trozos. Literalmente.

Hace tiempo que sé que podía pasar y lo temía: ahora ha empezado de verdad y no sé cuánto va a durar pero sé que es bueno.

Una vez tuve un sueño en el que mi rostro aparecía destrozado, la piel convertida en cortezas de cerdo. Una imagen que también aparecía era la de un suelo de madera en el que todos los tablones se combaban hacia arriba y sobresalían como cicatrices.

La gente me miraba y señalaba, mis amigos me rehuían, se me obligaba a vivir encerrado.

Aunque sea una imagen demasiado simbólica, al final del sueño me veía a mí mismo destrozando a martillazos el suelo de madera. Las astillas volaban por el aire.

Estaba sacando al monstruo: cambiando la piel.

Floreciendo de dentro hacia afuera...

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