miércoles, 28 de noviembre de 2007

violencia de genera

La estoy golpeando con toda mi fuerza y me siento genial. Parece que no me vaya a cansar nunca. Noto cómo me duelen los nudillos pero tengo la adrenalina tan disparada que nada me impide seguir golpeándola. También lo hago con el antebrazo y el canto de la mano, hasta que ya me duele todo y la golpeo con el codo.
Ella intenta decir algo:
-¡Cállate!
No pienso dejarle hablar. Le doy un cabezazo con todas mis fuerzas y me noto mareado. Joder, es dura... Me tambaleo un poco, la cabeza se me va de un lado a otro. Debo de parecer George Foreman después del galletazo de Alí... A punto de caer al suelo... Joder, que ni lo piense: aquí sigo, nena. Otro izquierdazo y noto cómo se me rompe la mano.
¡¡¡DIOSSSSS!!!
El dolor casi me hacer caer de rodillas, se me saltan las lágrimas. ¡No pienso rendirme, puta! Lanzo el puño contrario derecho a su jodida cara y me imagino que revienta como un melón.
¡¡Siiií!!
Después otro cabezazo, este aún más fuerte que el anterior. Y otro y otro y otro... Oigo un crack y ahora sí que me mareo y caigo. La cabeza me sangra... Joder, me duele como si se me fuera a salir el puto cerebro.
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Dos horas más tarde, cuando su mujer llega a casa, lo encuentra tirado en el suelo, muerto. Parece ser que estaba tan fuera de sí que mientras esperaba a que volviera se puso a golpearse contra la pared hasta que se reventó la cabeza.
(...)
Y yo digo: ¿por qué nunca pasan estas cosas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

y yo repito... ¿por qué no?

(...este me ha arrancado un comentario y todo...=)...)