lunes, 18 de julio de 2011

la arena seca sobrevive al calor
respirando por sus grietas,
exudando piedras que vigilan el sol
para avisar si cae sobre el horizonte
sobre esta sartén natural
los hierbajos tiemblan a cámara lenta
y las moscas sudan
a la sombra de mierdas de perro.
sobre este calor infernal
flotan los fantasmas de los desdichados
convertidos en ráfagas de aire
que refrescan el sudor de los caminantes
y las gotas caen pesadamente por la frente
como caracoles derretidos sobre el filo de una navaja.
constelaciones de quejidos y suspiros
acompañan al amante envenenado
que teje telarañas
con sentimientos deshilachados
y cae atrapado en su propia trampa
como una hoja de papel hurtada al viento.
¡qué lustrosa brillaba la pupila cuando el ojo cayó al suelo!
y qué seca quedó la mirada
cuando el ojo empezó a ver...

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