miércoles, 16 de enero de 2008

Danza macabra


Las partes del cuerpo se movían con bastante coordinación, pero a primera vista se apreciaba que algo no iba bien. Los brazos se elevaban en el aire, meneando los antebrazos sin vida, en cuyo extremo los dedos bailoteaban como gusanos en busca de carne. El sonido que se producía con el movimiento de los intestinos resultaba fascinante, con un chof chof similar al que hacen las pisadas en el barro empapado. Saltito a saltito, el cuerpo articulado subía y bajaba en el aire, posándose con cierta torpeza sobre el suelo, cada vez con una posición distinta. Se notaba el esfuerzo de los marionetistas, pero algo seguía sin ir bien, quizás era que el cuerpo pesaba demasiado. Lord Fabian estaba en el baile, que en la posterior noche de Walpurgis relató de manera extasiada con las siguientes palabras: "sí, amigo mío, tanta grandeza como en el baile del emperador no se ha visto jamás por estas tierras. El padre hereje maldijo el cadáver y se llevaron los preparativos con la máxima cautela. El resultado, ah... el resultado no pudo ser mejor: todo el pueblo festejaba en la plaza, alrededor de aquel armatoste de madera, y todos observaban extasiados la danza macabra que los marionetistas llevaban a cabo. Nunca se vio un emperador tan querido y alabado como aquel. Bebimos absenta hasta el amanecer y procedimos a recogernos con el alba, como se acostumbra a hacer, volviendo cada uno a casa a refugiarnos del sol. El pueblo de los malditos nunca tuvo mejor festejo que el baile del emperador. Al final de la noche colgamos el cuerpo del mástil de la plaza, que habían untado con pez. Menudo deleite viendo a los muchachos intentando trepar por la madera para robarle la corona al emperador. Caían al suelo y se levantaban corriendo para intentarlo de nuevo. Un jovenzuelo estuvo a punto de conseguirlo, pero se aferró mal al cuerpo y cayó arrancando de cuajo una pierna. Por supuesto le dejamos que se la quedara. Fue una noche magnífica...". Y con un trago de ron, Lord Fabian continuó relatando cada detalle de aquella noche inolvidable. Las brujas escuchaban ensimismadas mientras apuraban sus cazuelas de sangre de doncella y esperaban a la medianoche para realizar los rituales sacrílegos.
La luna llena brillaba en el cielo, no podía haber noche más bella.

No hay comentarios: