martes, 28 de agosto de 2007

Un tipo raro

Aquella noche cogí un catarro tremendo, el peor de toda mi vida. Estaba sentado en mi sillón viendo la tele cuando empezaron los gritos. Apagué la luz de la mesita y me acabé la cerveza en silencio, atento a los ruidos, ajeno al televisor. Luego lo apagué y me levanté, sujetándome el calzoncillo. No sé por qué, pero llevo calzoncillos siempre varias tallas mayor de lo que necesito, de manera que sólo se sostienen por el hecho de que tengo polla. Los días que hace mucho frío caen sin remedio.

El caso es que me acerqué a la ventana y miré hacia abajo. Mi ventana está a unas cuatro plantas de altura y da a un callejón sin iluminación. Entre las sombras se distinguía a una mujer tirada en el suelo y a su lado algo que parecía un hombre con malas intenciones. Parecía que la iba a violar. La chica gritaba y gritaba.

Sin moverme del sitio cogí el teléfono. Estaba junto a la ventana porque suelo tener la costumbre de mirar hacia afuera cuando hablo. Cuando llamo a líneas eróticas también, lo cual quiere decir que a veces me masturbo delante de la ventana. No es que sea un tipo raro, porque no pasa nada: el edificio de enfrente no tiene ninguna ventana que dé hacia mí salvo las de la escalera. Y a las horas que llamo no suele subir ni bajar nadie. No penséis que soy un pervertido.

Al tercer tono lo cogieron. La voz me preguntó qué quería:
-Pablo, no te lo vas a creer. Están violando a una mujer debajo de mi ventana.
Silencio.
-Eres un tipo raro.
-¡Lo digo en serio!
-¿No me estás tomando el pelo?
-No, qué va.
Silencio.
-¿Está buena?
-Parece que sí, ya sabes que no hay mucha luz en el callejón.
-No te creo.
-Que sí, tío, que va en serio.
Silencio.
-Pues grábalo en vídeo, tío.
-Nah.
-¿Por?
-¿Quieres oírlo?
Silencio.
-Vale.
-Pues tendrás que pagar -intento que no se note que me estoy riendo.
-Hijodeputa, voy a colgar.
-Quince euros y abro la ventana. Seguro que estás deseando oírla gritar.
Silencio.
-¿Grita mucho?
-¿Recuerdas esa película que vimos de chavalas rusas?
Silencio.
-Está bien. Pero saca el teléfono por la ventana.

Y así fue como aquella medianoche me cogí el peor catarro de mi vida. Aprended de esto, muchachos: nunca os masturbéis delante de una ventana abierta en pleno otoño. Ni aunque estén follando debajo de vuestra ventana.

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